De la oficina a una boda de ensueño
¿Cómo se conocieron Gadea y Ricardo?
Ricardo y yo nos conocimos en el trabajo, estuvimos sentados uno al lado del otro durante 3 años. Al año y medio nos empezamos a llevar muy muy bien, pero sólo como amigos. De hecho, todo el mundo daba por sentado que estábamos juntos, cuando entre nosotros no había nada de nada. Hasta que un día nos hizo click a los dos algo por dentro y hasta ahora. Cinco años después de ese día en que hicimos click fue nuestra boda.
Fotografía de Ana Lisola
No pudo ser lo mismo sin la ayuda de Ana de Lísola, la fotógrafa: además de la preciosidad de fotos que tenemos, nos dio muchísima tranquilidad ese día para aparecer en todas las fotos de la forma más natural, nos dejamos llevar y fluir para disfrutar entre nosotros dos sin darnos cuenta de que la cámara nos enfocaba. Se convirtió en una wedding planner organizando a invitados, padrinos y familia, que hasta ese momento no había caído en lo necesario que era.
Una finca y una iglesia inesperadas…
Respecto al lugar, fue muy anecdótico el hecho de que cambiáramos la iglesia a dos semanas de la boda. Fue boda Covid y por miedo a las restricciones que había donde iban cerrando por zonas, quise tener un plan B.
La iglesia en Valdemorillo
El caso, es que en esa búsqueda del un plan B, mi suegra me comentó que si habíamos visto la iglesia de Valdemorillo, donde la familia de Ricardo tiene una casa, así que fuimos mi madre y yo un día a verla y nos enamoramos… En cuanto la vi tuve claro que nos teníamos que casar allí, y además sería siempre más especial que Cerceda por el vínculo con el pueblo.
La Finca Soto de Cerrolén, un lugar muy acogedor
Además de la iglesia, previamente ya habíamos cambiado la fecha de la boda (iba a ser en Octubre de 2020 y finalmente fue el 1 de Mayo de 2021) y de finca (de Finca el Tomillar a Finca Soto de Cerrolén, pero siempre de la mano de Cortés de Moraga). Por lo menos seguíamos siendo los mismos novios que al principio :D, así que no fue ningún drama e, incluso, me gustaron mucho más las segundas y últimas opciones que las primeras.
Catering de la mano de Cortés de Moraga
Fue Virginia de Cortés de Moraga, la responsable de hacernos tan fácil los cambios de la fecha y finca. Todo fueron facilidades por su parte y estamos encantados con el resultado final. Controlan genial los tiempos, la comida estaba riquísima y el sitio no pudo ser más nosotros: en el campo, rodeados de las primeras flores del campo y en una casa en la que cada rincón es aún más bonito que el anterior.
Bailando toda la noche…
Con todo esto del covid, no teníamos claro que pudiéramos tener baile (al final sí que hubo), así que se nos ocurrió organizar un bingo mientras los invitados se tomaban la primera copa en sus mesas. Y puedo asegurar que la gente lo dio todísimo, y ha sido de las cosas que más nos han dicho que les gustó: algo diferente, divertido y sin mucho riesgo, jaja.
El vestido “jersey” y falda
En cuanto al diseño del vestido, se lo confié a Cristina Valenzuela, que desde el minuto cero que entramos por la puerta de su atelier, captó a la perfección lo que yo llevaba en la cabeza. Iba con dos ideas totalmente diferentes, pero mi madre y ella tenían claro que teníamos que ir a la idea de «jersey» y falda. Cuando lo plasmó en su mente, nos pareció un diseño súper original y muy estiloso.
Cristina Valenzuela como mejor opción
Fue el primer atelier que visitamos y tras dos horas con Cristina, cancelé el resto de citas que tenía porque tuve claro que quería que ella me hiciera el vestido: fui con una falda de brocado (a juego con el lazo de la trenza), abotonada (los botones eran antiguos y de morirse, tenían flores si los veías de cerca) y con cola; la parte de arriba de cashmere y manga larga.
Los accesorios perfectos
Los zapatos son de Flor de Asoka, el lazo de seda del ramo de Wareen and Wild y la bata de lencería Guezal. La encargada de maquillaje y peluquería fue Saray Sojo.
Ricardo: un novio muy elegante
El novio, por su parte, escogió Trajes Guzmán para su vestuario: chaqué oscuro, combinado con un chaleco príncipe de Gales y una corbata en tonos fucsia y azules de la misma marca.
Flores de cuento
Por último, mi madre, que es una parte importante de Mimosas en febrero, no dudó ni un segundo en apoyarme y participar en la paliza que fue preparar mi propia decoración de flores para la iglesia. Hasta la fecha, creo que es el altar más bonito que hemos decorado.
Flores del ramo y de la iglesia en la misma línea
Las flores de la iglesia y mi ramo iban un poco en la misma línea: flores en tonos blancos, amarillos y verdes, muy acordes con lo que nos ofrecía el campo en ese momento, y precisamente eso es lo que queríamos, llevarnos un trocito de esa naturaleza a mi ramo y a la iglesia, dándole nuestro toque de Mimosas.
Ficha al equipo que ha hecho todo esto posible
Vestido de Valenzuela
Maquillaje Saray Sojo
Flores (decoración de la iglesia y ramo): Mimosas en febrero
Zapatos de Flor de Asoka
Bata Lencería Guenzal
Catering Cortés de Moraga
Traje del novio: Trajes Guzmán
Iglesia: Nuestra Señora de la Asunción, Valdemorillo